- Pesentación.
La pintura orientalista puede definirse como la temática derivada del movimiento romántico (siglo XIX, por ende), cuya principal característica es la representación de temas oriundos de Asia. Será característica también del academicismo y otras corrientes.
Frecuentemente, los pintores de esta corriente profundizan en la figuración del Próximo Oriente, intercalando en ocasiones (como ocurre con David Roberts o Edwin Lord Weeks) zonas de España, pero siempre andalusíes, tratando con especial simpatía las ciudades de Córdoba y Granada.
También resultará muy importante la figuración del Antiguo Egipto; etapa de la Historia mitificada y vista como gloriosa sobre todo por Edward John Poynter.
No obstante, esta tendencia representativa, cuyo auge comienza en la tercera década del siglo XIX, también tiene unos precedentes que será útil conocer para entender su encaminamiento posterior.
- Los inicios del orientalismo I: Las conquistas de Napoleón Bonaparte como referencia.
''Batalla de las Pirámides'', de Jean-Antoine Watteau (1798-1799).
Los precursores de este gusto por Oriente se sitúan más alejados en el tiempo que los dos autores citados anteriormente. Estarían encuadrados en la Francia del siglo XVIII e inicios del XIX. Uno de los más importantes es el franco Jean-Antoine Watteau (1684-1721). Debido a sus pinturas ambientadas en Egipto, se lo podría considerar dentro de los primeros orientalistas. Pero este derecho no se le puede otorgar de forma plena, ya que sus temas sólo se interesan en figurar ''casi de forma plenamente histórica'' las campañas del conquistador y dictador Napoleón Bonaparte en Oriente. Un ejemplo famoso de esto es la ''Batalla de las Pirámides'', (1798-1799).
''Batalla de las Pirámides'', de Louis François Lejeune (1808).
- Los inicios del orientalismo II: Primeros autores que utilizan dicha temática.
-Jean-Auguste-Dominique Ingres (Francia, 1780-1867):
Dominique Ingres puede ser considerado como el ''orientalista'' primigenio, ya que introduce las primeras obras ambientadas en el mundo asiático (escenas cortesanas). Sin embargo, una cuestión fundamental no le permite asentarse como orientalista: este pintor es escaso a cuanto a obras de dicha temática. Se inclina más por retratos de la realeza y la aristocracia, temas mitológicos o religiosos. Además, Ingres no es un romántico. Pertenece al academicismo. Sin embargo, no resulta tan trascendental que no sea romántico, al igual que Gérôme no lo fue y pudo considerárselo orientalista. Lo que condiciona a Dominique Ingres es precisamente sus pocas representaciones basadas en Oriente. No obstante, ''La Gran Odalisca'', (1814), además de haber pasado a la Historia del Arte como una obra innovadora en muchos sentidos, puede ser vista como la primera pintura totalmente orientalista, pues simboliza a una joven concubina turca a comienzos de la segunda década del siglo XIX, cuando el orientalismo ''comienza'' en 1830 aproximadamente. La obra de este autor es, sin duda, precursora de temas posteriores.
''La Gran Odalisca'', (1814).
''Odalisca con esclava'', (1840).
''El baño turco'', (1862).
-Eugène Delacroix (Francia, 1798-1863):
Eugène Delacroix, autor ya puramente romántico (a diferencia de Dominique Ingres), con su amplia temática pictórica que abarca, grosso modo, la mitología griega, episodios bíblicos, revolucionarios (como ''La libertad guiando al pueblo''), etc., tocará también de forma habitual el mundo de Oriente en sus obras.
Es cierto que sus pinturas de temática orientalista son totalmente sincrónicas a aquellas de otros autores nacidos posteriormente, pero en él es importante la asimilación de esta corriente por la tremenda variedad de asuntos que normalmente tocaba. Por esto se distancia de los artistas puramente orientalistas.
''A moorish couple on ther terrace'' (1832).
''Mounay ben Sultan'' (1832).
''The Women of Algiers (in Their Apartment)'', (1834)
''Boda judía en Marruecos'' (1839).
''The Bride of Abydos'' (1837).
- Consolidación de la temática. El africanismo como excepción
-David Roberts (Escocia, 1796-1864):
Con David Roberts, y a partir de él y contemporáneos similares, se afianza un grupo de artistas vinculados al orientalismo.
Pertenecerán a todas partes del continente europeo, pero también llegarán a América (como Edwin Lord Weeks), por lo que se puede decir que el gusto por Oriente es una corriente sumamente exitosa.
''Court of the Lions'' (1835).
''Bazaar in the street leading to the Mosque El Moo-Ristan, Cairo'' (1838).
''Bazaar in the street leading to the Mosque El Moo-Ristan, Cairo'' (1838).
''Bonaparte ante la Esfinge'', (1866).
''The Slave Market'', (1871).
''The Almeh'', (1873).
''After the Bath'', (1881).
''The Grief of the Pasha'', (1882)
.
-Alberto Pasini (Italia, 1826-1899):
''A Mosque'' (1872).
''Circassian Cavalry Awaiting their Commanding Officer at the Door of a Byzantine Monument; Memory of the Orient'' (1880).
''Mercato in Oriente'' (1881).
''Three Arabs In A Courtyard'' (1887)
''The watermelon merchant'' (1826-1899).
-José Tapiró y Baró (España, 1836-1913):
José Tapiró y Baró es un autor orientalista. Sin embargo, dentro de los expuestos, marca una notable diferencia al evocar de forma sistemática las gentes y los lugares del Marruecos español. Con esto es habitual también la figuración de la raza negra predominante en este país; una raza representada de forma poco habitual, excepto quizás en Jean-Léon Gérôme. Los pintores orientalistas españoles tienden a mostrar entonces las colonias africanas, que son posesión de este país, distanciándose del gusto por Arabia. Esto conducirá a una vertiente del orientalismo: el africanismo. En España será la temática dominante.
''Novia berebere'' (1883).
''Belleza de Tánger'' (1891).
''Santón darkawía de Tafilalt'' (1895-1900).
. "Los preparativos de la boda de la hija del cherif de Tánger" (1836-1913).
''Hombre marroquí'' (1836-1913).
-Edward John Poynter (Inglaterra, 1836-1919):
''Feeding the Sacred Ibis in the Halls of Karnac'' (1836).
''Adoration to Ra'' (1867).
''The Visit of the Queen of Sheba to King Solomon'' (1884).
-Jean-Joseph Benjamin-Constant (Francia, 1845-1902):
''Le soir sur les terrasses (Maroc)'' (1879).
''The Favorite of the Emir'' (1879).
''Judith'' (1886).
''The Pink Flamingo'' (1887).
''Afternoon Langour'' (1845-1902).
-Gustav Bauernfeind (Alemania, 1848-1904):
-Edwin Lord Weeks (Estados Unidos, 1849-1903):
''Interior of the Mosque at Cordova'' (1880-1889).
''Festival At Fatehpur Sikri'' (1885).
''The Nautch'' (1849-1903).
-Étienne Dinet (Francia, 1861-1929):
''Sous les lauriers roses'', (1907).
''Lavandières dans l'oued, Bou Saada'', (1861-1929).
''Jeunes baigneuses au bord de l'Eau'', (1861-1929).
''Amoureux dans la palmeraie, clair de lune'', (1861-1929).
''Oriental Carrying a Tray'', (1861-1929).
- El final del orientalismo. Nacimiento de las nuevas tendencias de corte exótico (a ejemplificar, el japonismo y el primitivismo).
No obstante, la decadencia del orientalismo será inevitable pese a que no signifique que desaparezca por completo. Étienne Dinet es un buen ejemplo de los últimos artistas interesados por esta corriente temática. Tiene obras como ''Sous les lauriers roses'' que se sitúan a comienzos ya del siglo XX (1907, en concreto).
En esta época, el romanticismo ha decaído favoreciendo el éxito de tendencias algo posteriores y de lo más variadas (realismo, impresionismo, postimpresionismo, simbolismo y las vanguardias históricas; estas sí únicamente pertenecientes a los años de ''Sous les lauriers roses'').
Aun el romanticismo vaya desapareciendo no significa que el gusto por lo foráneo se esfume con él. De hecho, se comenzará a buscar, de forma paulatina, la representación del África Negra o bien de las distintas regiones de Oriente Medio y Extremo Oriente, como la India, China, Japón, Polinesia, etc. Se produce todo un ''alejamiento de miras''. Sin embargo, no sólo se pretenderá reflejar estos lugares en las pinturas, sino que también se tomará de ellos elementos estéticos, con el objetivo de insertarlos en el mismo arte occidental.
Así lo hace, por ejemplo, Pablo Picasso, sirviéndose de las máscaras africanas para moldear los rostros de las ''Señoritas de Aviñón'', (1907). Igualmente así funciona Amedeo Modigliani con su ''Cabeza de mujer'', (1910).
Realmente esto surge por la inminente atracción que sintieron diversos artistas a partir de la segunda década del siglo XIX por los territorios de ultramar que poseían sus países natales. Se puede equiparar a un ''segundo orientalismo'', si se quiere, pues la esencia más pura de esta temática es el deseo de plasmar lo ajeno y lo extranjero.
Sin embargo, dicha ''atracción'' no se puede englobar en una sola temática, como el orientalismo, ni tampoco anclar en un único movimiento artístico. Esta última razón es fundamental. Por ejemplo, Vincent Van Gogh, que es un autor inscrito en un movimiento personal (aunque también estrechamente vinculado al postimpresionismo), imita en muchos de sus cuadros al arte japonés, usando como referencia ''Sudden Shower Over Shin-Ohashi Bridge and Atake'', (1857), de Utagawa Hiroshige, para su ''Bridge in the rain, after Hiroshige'' (1887). Con esto, Van Gogh se introduce en el japonismo, una corriente artística que surge tras los pactos comerciales establecidos entre Holanda y Japón, lo que permiten una apertura del país asiático a Occidente, y el tráfico de influencias artísticas entre ambas culturas.
Otra corriente similar es el primitivismo, surgido por el descubrimiento de diversos territorios novedosos gracias a la colonización provocada durante los siglos XVIII y el XIX por parte de Francia y Gran Bretaña, mayoritariamente. Esto dio paso a que algunos artistas viajaran a zonas inusitadas, que ya no tenían nada que ver con Próximo Oriente, pero que no dejaban de ser exóticas. A diferencia de las míticas áreas orientales, muchas de las culturas que poblaban estas nuevas colonias resultaban bastante incomprensibles a ojos del viajero (sin tener en cuenta las de Oriente Medio y Lejano Oriente). No se trataban de sociedades agrupadas en ciudades, sino en aldeas, y organizadas en tribus, no en monarquías, como en Asia. De esta forma, normalmente eran calificadas de incivilizadas, e incluso bárbaras en mayor o menor medida.
Así, de forma muy frecuente, las famosas islas polinesias son un buen ejemplo de esto y se las plasmaba con sus ''lujosos'' habitantes nativos. Paul Gauguin, justamente, encauza sus representaciones hacia dicho archipiélago (''Mujeres de Tahití'', 1891).
Por otro lado, las junglas exuberantes de Henri Rousseau (''Two Monkeys in the Jungle'', 1909), no tendrían siempre que ver con Asia, sino con el África Negra, demostrando un nuevo interés por este continente, pero a la manera más ''extraña'' si se quiere, ya que en el orientalismo, el África representada era aquella dominada por el Islam. Rousseau es también un primitivista, como Gauguin, y exponente del arte naíf por excelencia. En sus obras ''exóticas'' mezclará paisajes selváticos diversos, agrupando animales de determinadas especies endémicas con otros de otras regiones totalmente opuestas, lo que es comprensible teniendo en cuenta que ni siquiera había viajado fuera de su país natal: Francia.
Diversas corrientes como las mostradas en estos últimos párrafos hacen patente este nuevo batiburrillo de tendencias artísticas siempre tornadas a simbolizar lo extraño, que ponen fin, en cierta medida, al orientalismo anterior.
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