viernes, 5 de junio de 2015

Comentario de un fragmento de la obra ''Los diez libros de Arquitectura'' de Vitruvio: los órdenes arquitectónicos y los dioses a los que estaban vinculados

-El autor y la obra: 

Marco Vitruvio Polión (80-70 a.C. - c. 15 a.C.) fue un importante arquitecto, ingeniero y teórico romano, de procedencia desconocida. Se le atribuye normalmente haber nacido en Verona, aunque también se dice que en Formia o en Fondi puede hallarse su origen. Habiendo trabajado en el ejército tanto de soldado como de ingeniero en las campañas expansivas del dictador Julio César, después colaboró con él como arquitecto e ingeniero de nuevo, y finalmente con el emperador Octavio Augusto en las mismas tareas. Percibió una subvención vitalicia que le fue concedida tanto por César como por Augusto, debido a la estima que le tenían al constructor. Su única obra conocida es De Architectura libri decem, traducido al español como Los diez libros de Arquitectura. Es un tratado mediante el cual Vitruvio realiza una profunda labor recopiladora acerca de todas las cuestiones concernientes a la arquitectura anterior a su época (y por ende, fundamentalmente griega), así como de su tiempo, con el objetivo de establecer unas normas predeterminadas para la construcción contemporánea

Los diez libros de Arquitectura, según Vitruvio, son producto de la acumulación y posterior regulación de las diferentes teorías de la arquitectura venidas tanto de su contemporaneidad como del pasado. 1. ''Su tratado constituye una suerte de compendio de otros textos, muchas veces monográficos sobre algunos edificios helenísticos, a cuyos autores, especialmente Hermógenes, menciona con frecuencia, pero también documenta algunos aspectos de la tradición arquitectónica de la República y de los inicios del Imperio, con una especial atención a los problemas constructivos y técnicos de la arquitectura. Conceder, como pretendía Vitruvio, un estatuto teórico a la arquitectura basándolo, en muchas ocasiones, en recetarios más antiguos de origen griego, afecta no sólo al mismo carácter y orden del tratado, sino, sobre todo, a lo sumario de varias de sus descripciones. Descripciones que, a la postre, acabarían convirtiéndose en la excusa privilegiada de sus editores y comentaristas posteriores para confirmar la exactitud de sus interpretaciones y demostrar que habían penetrado en el secreto, en la teoría, de la arquitectura misma''.1

1. VITRUVIO (autor), OLIVER DOMÍNGUEZ, José Luis (traducción). RODRÍGUEZ RUIZ, Delfín (prólogo). Los diez libros de arquitectura. Ed. cast.: Alianza Editorial, S. A., Madrid, 1995, 1997. Pp: 10.

La obra se divide, como bien dice su nombre, en diez libros. Mientras que los primeros siete libros tratan de la arquitectura propiamente dicha, los tres restantes involucran doctrinas que tienen que ver más con la astronomía y la ingeniería. Por este hecho es necesario apreciar la obra vitruviana separada en tres partes bien diferenciadas: la edificación (comprendida a su vez por la belleza (venustas), la firmeza (firmitas) y la utilidad (utilitas), la gnomónica y la mecánica. No obstante, todas ellas son concernientes a la arquitectura y fundamentales para comprenderla y crearla.

-El tratado durante la Historia: 

La obra de Vitruvio, que fue dedicada al emperador Octavio Augusto en el año 15 a.C., quien gobernó entre el 43 a.C. y el 14 d.C, es símbolo también del poder del mandatario del Imperio. El emperador se valió de Los diez libros de arquitectura para llevar a cabo la magnificentia publica, es decir, la promoción de numerosas obras públicas con el objetivo de atestiguar la importancia de su gobierno. Augusto buscaba el afecto del pueblo, pero muy especialmente el de la aristocracia, pues el tránsito de la República al Imperio que él definió no fue fácil de determinar debido a la dictadura de Julio César y su trágico fin. Así, realizó cantidad de construcciones tanto arquitectónicas como de ingeniería debido a la riqueza acumulada y su vida austera. Basándose en la doctrina vitruviana, su legado, en este caso material, fue recordado hasta día de hoy y venerado durante todas las épocas de la Historia.

2. ''Los libros de Vitruvio eran bien conocidos en la Edad Media y, sin embargo, resultaban inútiles para los arquitectos góticos que observaban los cánones antiguos, por lo que paulatinamente pasaron al olvido. Y cuando en los umbrales del Renacimiento (1414) fueron reencontrados en la biblioteca de Monte Cassino parecieron una gran revelación. Así, se editaron en 1485, y en 1521 y 1556 se publicaron en versiones italianas, debiéndose su traducción a Cesariano y Daniele Barbaro, respectivamente. Muy leídos y admirados, originaron el que en 1542 se fundara en Roma la Academia Vitruviana.''

2. TATARKIEWICZ, Władysław. Historia de la estética III: La estética moderna, 1400-1700. Ediciones Akal, S.A., Madrid, 1991, 2004. Pp: 52.

Según el pasaje de Tatarkiewicz, el tratado ya era conocido en la Edad Media, lo que quiere decir que se perpetuó desde su creación debido a la importancia de las reglas establecidas por el autor, y pese a que en su propia fecha no fuera tan sumamente reconocido. No obstante, en esta época de la Historia los cánones artísticos de herencia grecorromana se seguía fundamentalmente en el arte bizantino (y no completamente), mientras que en Occidente, sobre todo en la Plena Edad Media, el estilo románico y gótico, que estaban descontextualizados de la norma clásica, predominaban en el arte. No será hasta el Renacimiento italiano cuando se lleve a cabo una recuperación del pasado grecolatino, mirando especialmente a la Grecia Clásica, lo que desembocará en la traducción de la obra vitruviana. Leon Battista Alberti, pese a realizar una crítica a los libros, los utilizará como base para De re aedificatoria, su tratado sobre arquitectura. Por otro lado, Lorenzo Ghiberti, mediante el tercer libro de sus Commentarii, estudiará la proporción humana utilizando la teoría vitruviana. Aparte de eso, se valdrá de la visión del romano para dejar claro su concepto del artista ideal: aquel que domina diversos campos del conocimiento que resultan fundamentales para estis años (aritmética, historia, medicina y filosofía). Lo cierto es que durante todo el Renacimiento, y continuando perfectamente durante la Edad Moderna y más, surgirán diversos traductores y comentaristas de Vitruvio por todo Occidente.

Gracias a su obra se pudo conocer mucho mejor la época clásica del arte griego, y pese a los mitos, comentarios y anécdotas que incluye Vitruvio en sus libros (también útiles, no obstante), la base científica y las reglas que con ellos preestablece resultarán fundamentales para originar diversos períodos artísticos (renacentista, barroco, neoclásico...), en una visión más global.
El tratado vitruviano, además, resultó ser una primera filosofía de la arquitectura que influirá a los artistas posteriores, como es el caso del nombrado Leon Battista Alberti, para elaborar sus propias teorías. Incluso servirá no sólo para entender la arquitectura, sino también para reedescubrir las formas arquitectónicas originales de la Grecia Clásica. Autores como el citado Alberti experimentarán con los textos vitruvianos a fin de comparar la veracidad de sus afirmaciones mediante el estudio de las ruinas de diversos edificios. De esta forma, permitió que avanzara no sólo el conocimiento arquitectónico y artístico, sino también el arqueológico, y de hecho, a partir del Renacimiento se va gestando paulatinamente esta disciplina.

-Análisis del pasaje: 

''El Ornamento es un correcto aspecto de la obra o construcción que consta de elementos regulares, ensamblados con belleza. Se logra perfeccionarlo mediante la norma ritual (Se trata de las normas que aplicaban los sacerdotes para levantar los templos de acuerdo con las peculiaridades de cada deidad) -en griego thematismo-, con la práctica, o con la naturaleza del lugar. Fijándonos en la norma ritual encontramos los templos levantados a Júpiter Tonante, al Cielo, al Sol, a la Luna: se trata de templos levantados al descubierto, abiertos; en efecto, la apariencia y la belleza de los dioses citados las contemplamos ostensiblemente a cielo abierto. Para Minerva, Marte y Hércules se levantarán templos dóricos, pues conviene así a estos dioses, sin ningún tipo de lujo, debido a su fortaleza viril. Para Venus, Flora, Proserpina y las Náyades los templos serán corintios, pues poseen cualidades apropiadas por su delicadeza, ya que son templos esbeltos, adornados con flores, hojas y volutas, que parecen aumentar el esplendor de tales divinidades. Si se levantan templos jónicos a Juno, Diana, Baco y otras divinidades similares, se logrará una solución intermedia pues poseen unas características que suavizan la índole austera propia del estilo dórico y la delicadeza del corintio.''

Este pasaje corresponde al capítulo II (De qué elementos consta la arquitectura) del primer libro de De Architectura libri decem, de Vitruvio. En este fragmento en concreto se habla del ornamento o decoro, que es la decoración que va a presentar la obra arquitectónica. El ornamento es el penúltimo de los elementos de los que se compone la arquitectura teórica o ratiocinatio según Vitruvio, siendo precedido por la ordenación, que es el primero, la euritmia y la simetría, y siendo continuado por el último, es decir, la distribución. Estos componentes definen la arquitectura teórica, y a través de su seguimiento, se lograría ejecutar perfectamente cualquier construcción. A su vez, la ratiocinatio es fiel a los tres pilares básicos de la filosofía de la edificación dentro de la arquitectura de Vitruvio: la belleza (venustas), la firmeza (firmitas) y la utilidad (utilitas). El ornamento tendría más que ver con la belleza, pues consiste en la decoración que llevará la obra a fin de asegurar la concordancia de su apariencia con el lugar donde se sitúe y sus funciones. Esta decoración, en realidad, se rige por la denominada normal ritual, así que no resulta arbitraria. Tampoco es una decisión del arquitecto fruto de su gusto o preferencias. La norma ritual (del latín ritus: ceremonia religiosa) viene preestablecida por la religión. De hecho, los distintos ornamentos, que además pueden identificarse con los tres órdenes establecidos por Vitruvio en capítulos posteriores (dórico, corintio y jónico, según el orden en el que aparecen en este texto), se pueden asociar a determinadas divinidades.

Así, los templos muestran un ornamento concreto según el tipo de dios al que estén dedicados. Es muy interesante conocer la visión vitruviana de cada divinidad, pues este autor es quien define y clasifica a los dioses, distribuyéndolos por los diversos órdenes arquitectónicos. Sin embargo, existiría una serie de dioses considerados celestes (como Júpiter Tonante, es decir, de los truenos), y divinidades astrales (Cielo, Sol, Luna) que no podrían encasillarse en un orden. Así, de sus templos lo único que detalla Vitruvio es que no tendrían techo, ya que los dioses a los que están consagrados son celestes. Por tanto, que el firmamento pudiera ser apreciado por los sacerdotes del lugar era algo imprescindible, ya que en ese cielo se reflejaban las divinidades adoradas. Andrea Palladio, otro importante arquitecto renacentista recuperador de las formas clásicas, el cual no fue citado en el apartado ''El tratado durante la Historia'' para aprovechar ahora su visión, aportará más información acerca de este tipo de templos en su obra ''Los cuatro libros de arquitectura'': 3. ''Por lo que al Sol y a la Luna, como giran continuamente alrededor del mundo y con este su girar producen efectos a todos los manifiestos, hicieron los templos de forma redonda o, al menos, que se aproximaran a la redondez. Y así también a Vesta, de la que dijeron que era diosa de la Tierra, que sabemos es un elemento redondo. A Júpiter, como dios del aire y del cielo, le hicieron los templos descubiertos en el medio, con los pórticos alrededor...'' Tal y como los describe Palladio, estos tipos de templos podrían enlazar directamente con los tholoi: templos de planta circular y rodeados de una columnata. Esta idea se refuerza por el hecho de que Palladio dice de ellos (concretamente de los dedicados a Júpiter) que ''están descubiertos en el medio, con los pórticos alrededor''.

3. PALLADIO, ANDREA (autor), DE ALIPRANDINI, Luisa, MARTÍNEZ CRESPO, Alicia, (traducción). Los cuatro libros de arquitectura. Ediciones Akal, S.A., Madrid, 1998, 2008. Pp: 342.

Por tanto, recuerda sobremanera a los tholoi, aunque no los denomine de una forma precisa. Por ende, para el resto de divinidades la tipología arquitectónica debería ser más o menos la misma, debido a la importancia antes dicha de la visión de la bóveda celeste. Del pasaje de Palladio también llama la atención la inclusión de otro dios más, Vesta, que no nombra Vitruvio. Esto fue así porque en la Edad Moderna, a la que pertenece el arquitecto, los avances en el conocimiento astronómico, ayudados en buena medida por las expediciones alrededor del mundo, permitieron la corroboración de la esfericidad del planeta Tierra. Es posible que, de este modo, Palladio equiparara a Vesta con la diosa Terra Mater. No obstante, tal parece que las asemejó de forma equivocada, pues Vesta, teóricamente, es diosa del fuego y del hogar, y Terra Mater es diosa ctónica primordial que encarna la Tierra.

Templo de Vesta, iniciativa de Numa Pompilio en Roma

Sin embargo, lo cierto es que el gesto de incluir a Vesta no es para nada erróneo. Así lo reafirma el historiador decimonónico Cesare Cantù, quien determina que Numa Pompilio, segundo rey de Roma, hizo construir el Templo de Vesta de forma circular, así como de este aspecto sería el posterior de Vesta en Roma, próximo al río Tíber. Por tanto, se podría decir que la forma circular es propia de Vesta desde época grecorromana, pese a que Vitruvio no diga esto. De este modo, Palladio está acertado. Cantù, por otro lado, aporta una gran cantidad de modelos de templos monópteros valiéndose, por ejemplo, de fuentes clásicas, como Pausanias. Así, 4. ''en Grecia eran pocos los templos redondos terminados en cúpulas, y Pausanias indica solamente seis; si bien no había más que tres que fueran verdaderos templos; un santuario cerca del templo de Esculapio en Epidauro, el Calcieco de Esparta y el de Mantinea... En Tracia se hizo redondo el templo del Sol, para aludir a su disco. Los romanos tenían muchos redondos, imitados del que Numa erigió a Vesta, por expresión simbólica, y quedan muchos de esta clase, como en Roma el de Vesta, junto al Tíber, el de Rómulo (San Teodoro), el de Rómulo y Remo (San Cosme y San Damián), el de Minerva Médica; el de la Sibila en Tívoli, el de Venus Madre y de Mercurio cerca de Pozzuoli.'' Gracias a la información que da Cantù, se sabe que los templos circulares no eran abundantes en Grecia, algo totalmente verídico, y que no siempre se trataban de templos en el más puro sentido de la palabra, ya que podían ser santuarios, por poner un ejemplo. Los templos monópteros sí proliferaban en Roma, aunque finalmente se acabaron desligando de aquellos dioses a los que según Vitruvio deberían estar dedicados, y pasan a consagrarse a Minerva, a Venus o a los fundadores de Roma, Rómulo y Remo, que ya no tendrían nada que ver con la deidad.

4. CANTÙ, CÉSAR (autor), FERNÁNDEZ CUESTA, Nemesio (traducción). Historia universal, tomo VII. Imprenta de Gaspar y Roig, Madrid, 1866. Pp: 482.

El historiador, así, da a conocer que, en realidad, no hay un conocimiento preciso acerca de la tipología de los templos a los que Vitruvio se refiere en el pasaje. Su escasa exactitud ha llevado a que se saquen numerosas conclusiones en siglos posteriores, buscando descubrir no sólo la apariencia de estos templos (confirmados como monópteros), sino también a qué dioses se consagraban.

A través de Cantù también se conoce cómo Vitruvio se valía en numerosas ocasiones no de las fuentes griegas, sino de las romanas e incluso contemporáneas, pues, como se dijo antes, los templos monópteros o tholos se recreaban con mayor frecuencia en Roma. Finalmente, su visión ayuda a comprender que el tratadista predetermina tanto este tipo de templos como los demás para una serie de dioses, y que sin embargo, esta regla no es tenida en cuenta en muchas ocasiones. De ahí que existan templos monópteros dedicados a la Venus Madre, por ejemplo, a quien le corresponde el orden corintio, como se verá a continuación.

Partenón en Atenas

Pasando ya a los auténticos órdenes establecidos, en el pasaje se menciona primero el orden dórico; el más antiguo de todos. 5. ''El dórico sería un orden que combina la fortaleza y la gala que tienen los soldados... la teoría [anteriormente] mencionada del nacimiento del dórico vinculado al mundo de los hoplitas, pero en todo caso, el masculino aspecto del que habla no deja de sonar a los dioses robustos de Vitruvio, esto es, Júpiter, Marte y Hércules...'' Tal y como se explica en ''Humanismo y pervivencia del mundo clásico'', el orden dórico está vinculado al sexo masculino y a todo aquello que convencionalmente a él se asocia, como la fuerza, la valentía y la combatividad. No obstante, estas características no son exclusivas de los dioses. Vitruvio nombra a Hércules entre su trío de ejemplos. Pese a ser un semidiós, su carácter audaz, así como su corpulencia y méritos lo convierten en una muestra perfecta para explicar a qué clase de seres superiores debe ser consagrado un templo dórico. La falta de decoración profusa en estos templos también recuerda a la poca ornamentación que se colocarían los varones comparados con las féminas. Por otro lado, cita tanto a Minerva como a Marte, un par de dioses olímpicos, ya que representan la belicosidad. No obstante Vitruvio, en el pasaje seleccionado, no nombra a Júpiter, como se hace en ''Humanismo y pervivencia del mundo clásico'', sino a Minerva. Esto es así porque en el libro se ha evitado citar a esta diosa para no extender la explicación del dórico. Se debe a que Minerva es una deidad femenina que se clasifica dentro de un orden propiamente masculino, y en apariencia puede que esto no tenga mucho sentido. Sin embargo, como nació de forma violenta (tras ser sesgada la cabeza de su padre Júpiter), y además con edad ya adulta y ataviada con armadura y armas, al igual que un guerrero más, fue identificada rápidamente con la tosquedad y rudeza del dórico, propia de los hombres. Esto se reforzó por la mitología misma, que colocaba a Minerva como deidad patrona de la guerra defensiva; aquella guerra realizada únicamente con el objetivo de protegerse, y no de atacar, como es el caso del dios Marte. Que el dórico sea un orden de columnas gruesas y formas más bien sencillas también remite a la ideas de protección y fortaleza vinculadas a esta diosa, y a la lucha, aguante y fiereza de Hércules y Marte. El hecho de que también se trate del orden más antiguo tiene mucho que ver conque a él se le dediquen las primeras deidades establecidas en el panteón griego.

5. MAESTRE MAESTRE, José María, PASCUAL BAREA, Joaquín, CHARLO BREA, Luis. Humanismo y pervivencia del mundo clásico: homenaje al profesor Antonio Prieto. Imprenta Kadmos, Salamanca, 2008-2010. Pp: 2068.


Templo de Atenea Niké en Atenas

No obstante, es cierto que a Minerva se le dedicarán tanto templos dóricos (como el Partenón, que albergaba la Atenea Partenos) como jónicos posteriormente (de ejemplo, el templo de Atenea Niké). Esto es así porque la evolución de los órdenes griegos derivó en la creencia de que a Minerva le correspondía un orden intermedio, que incluyera virtudes más sofisticadas, como la sabiduría o la habilidad artística, las cuales ella poseía, así como otras características como la virginidad y los celos; palabras muy asociadas a esta diosa. De esta forma, no se la consideraría como una deidad guerrera más, tan sumamente varonil.

Esto recuerda a ese desligamento de la idea original de Vitruvio por encuadrar a los dioses en uno u otro orden o tipología de templo, que, como se explicó antes, en el caso de los tholos sería toda una confusión: había templos circulares consagrados a una gran variedad de dioses que no eran estrictamente celestes o astrales.

Templo de Venus Genetrix en Roma

A continuación se explica a qué deidades debe consagrarse un templo corintio: el último orden griego inventado. En él se encuadran divinidades femeninas como Venus, Flora, Proserpina y las Náyades, según Vitruvio, a las que se vinculan rasgos tradicionalmente mujeriles, como la belleza, la delicadeza, la ternura, el encanto y la candidez; esta última en el caso de Flora, Proserpina y las Náyades, más bien. Se trataría de diosas sin ningún componente belicoso, como en el caso de Minerva, e incluso de Diana, a la que se explicará cuando se hable del orden jónico. Si bien cita a las Náyades, ninfas del agua dulce, seguramente también se refiera al resto de ninfas, caracterizadas por su hermosura y fragilidad. La delicadeza del corintio, de columnas con fustes esbeltos, y con un capitel suntuoso, recuerda a la ostentosidad de las joyas que las mujeres llevan, así como a su pulcritud en el vestir y en el peinar. Vitruvio coloca como inventor del orden corintio al arquitecto Calímaco, quien se habría inspirado, para crear el especial capitel, en un cesto levantado debido a la presión ejercida por las hojas de acanto que estaban debajo de él, y que fueron creciendo y enroscándose a causa de la falta de espacio. Este canasto estaría lleno de copas tiempo atrás, sirviendo como adorno al sepulcro de una joven hermosa de Corinto que murió por enfermedad. Con esto queda claro la feminidad explícita del corintio, que se remonta a los orígenes del mito. Además, la delgadez de su fuste sería equiparada a la que tendría un cuerpo joven, en teoría, delgado y refinado.

Templo de Apolo en Dídima

Finalmente, el orden jónico es el último que falta por desarrollar con más atención. Según Vitruvio se trata de un orden intermedio. En él se encuadran dioses masculinos que están más vinculados al ámbito artístico y cultural que al guerrero, como es el caso de Apolo (que no figura en el fragmento), cuya elegancia y hermosura, sin embargo varonil, crean la necesidad de encasillarlo en un orden central como es el jónico. En el caso de su contraparte, Baco, sucede algo similar pese a sus fuertes connotaciones sexuales, normalmente vinculadas al hombre. Esta deidad domina un instrumento musical, el aulós, y pese a no contar con el refinamiento de la cítara de Apolo, lo cierto es que asciende al dios en una escala basada en lo puramente cultural. No podría ser, en el caso de Marte, quien no es capaz de dominar ningún arte considerado bello, que se lo identificara con el jónico. Pero precisamente por su habilidad en el tejer, a Minerva, en la Grecia Clásica, se la empezará a vincular con el jónico. Por otro lado, el par de volutas del jónico, que le dan un aire más decorativo al capitel que el dórico, sin ser demasiado ostentoso como el del corintio, puede servir para demostrar la feminidad y a la vez la rudeza de la diosa Diana. Diana es la deidad asociada con la caza y la luna, las transformaciones, la necesidad de alimentarse y sobrevivir en el medio ambiente. No obstante es una diosa hermosa, virgen, pero la cual rehúsa a los hombres. Es sinónimo también de su independencia tanto amorosa como social, y de su vida en la naturaleza, acompañada de los animales silvestres, como los ciervos, que son atributo suyo. Juno, para finalizar, también es una deidad considerada intermedia. Es la poderosa reina del Olimpo, celosa y vengativa, esposa del infiel Júpiter, lo que acrecienta algunos de sus rasgos negativos. No obstante también es diosa del matrimonio y la consecuente maternidad, protectora de los embarazos, y esto endulcifica su personalidad. El hecho de que Júpiter tuviera amantes y también hijos extramaritales la convierte en víctima del marido, y el aguante de esto dignifica su persona. Como demuestra ese carácter ambivalente se la sitúa en el jónico. Sin embargo, es curioso que rasgos así, como los celos y la envidia, también son propios de Venus. Lo que ocurre es que a esta deidad no podía consagrársele el jónico por su falta de suntuosidad, puesto que Venus es descrita como demasiado bella.

Como breve conclusión recordar que Vitruvio, como tratadista de la arquitectura, pretendió establecer una regla a través de su obra para ligar unos órdenes arquitectónicos a unos dioses concretos. No obstante, su doctrina no sería respetada totalmente. Esta cuestión remite a que el arquitecto pretendió encasillar a cada deidad en un lugar que no será siempre honrado, y ocurrirá en todos los casos el que se mezclen unos dioses con unos órdenes a los que, en teoría, no deberían pertenecer. Por tanto, Vitruvio, en ese aspecto, no consiguió normalizar la vinculación de los diversos tipos de templos (órdenes) a unas deidades determinadas, a pesar de que su regla a veces sí será continuada. Pese a todo, su intención regularizadora serviría especialmente para dar a conocer la visión helena de las formas estereotipadas masculinas y femeninas y su correspondencia con las formas arquitectónicas. Esto incluso trascenderá la época griega, y como ejemplo está el Pórtico de Octavia, realizado en honor a esta mujer, hermana del emperador Octavio Augusto. El pórtico es de orden corintio, y también demuestra que se emplea este orden por ser Octavia una mujer, y no necesariamente una diosa. Pero, sobre todo, la obra de Vitruvio demuestra cómo evolucionan los gustos y preferencias en la arquitectura, siendo abundante en los tiempos de su Roma el corintio para la mayoría de los casos, y después del tratado los nuevos órdenes: el compuesto y el toscano.

Templo de Diana en Mérida

Así, como poner un ejemplo, los templos de Diana se vuelven corintios y no jónicos, como el de Mérida, de época augustea. Realmente, el uso del jónico y del dórico desaparece paulatinamente en Roma, aunque Vitruvio los considere esenciales para su tiempo también. De este modo, quedarán ligados a la Grecia Clásica, así como su significado y consagraciones sagradas pertinentes. Pero no trascenderán al Imperio romano, donde reinarán el corintio, el compuesto y toscano, en busca de una modernización estilística que no necesariamente imite la grandeza griega, sino que la supere.

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