Detalle de caligrafía árabe de la Puerta de Lindaraja
Las obras nazaríes se distinguen por convertir la poesía en elemento inseparable de la ideación, construcción y simbolización de los palacios, hasta formar un subgénero de poesía áulica que puede denominarse “poesía mural”. Así, la Alhambra de Granada contiene la mayor colección de poesía mural árabe clásica conocida. Posee en sus muros, arrocabes y fuentes una treintena de poemas que se han conservado, casi la mitad de los que llegaron a grabarse en sus estancias.
Por ello, la sacralización y privilegio estético que se concede al lenguaje en el Islam alcanza una de sus cimas en este palacio andalusí del siglo XIV.
2. Los autores de La Alhambra.
Los poemas de la Alhambra fueron escritos por los jefes de la Oficina de Redacción, entre cuyas misiones estaba la de componer casidas regias que se recitaban en honor de los monarcas en celebraciones oficiales como la ruptura del ayuno, la fiesta del sacrificio o la Natividad del Profeta, así como en bodas, nacimientos, circuncisiones de emires, campañas militares, ceremonias fúnebres, etc. Otras se preparaban para ser estampadas en los palacios, en objetos suntuosos y en epitafios. Con Ibn al Yayyab (1274-1349) se inaugura la serie de poetas de la Alhambra, al servir, desde la jefatura de la Oficina de Redacción, a los seis sultanes que van de Muhammad II a Yusuf I, para los que escribió casidas regias durante más de 50 años. Le sucedió en el cargo su discípulo y protegido Ibn al-Jatib (1313-1395). El otro poeta de la Alhambra es Ibn Zamrak (1333-h.1393) que desarrolló un activo trabajo de panegirista de Muhammad V, convirtiéndose así en el mayor poeta de este monumento.
2.1. Ibn al Yayyab: Fue un poeta y político durante la dinastía Nazarí del Reino de Granada. Fue el antecesor de Ibn al-Khatib como visir en la corte de Granada. Escribió casidas neoclásicas; series de versos monorrimos en metro uniforme. Dentro de la Alhambra destaca su poema en la Torre de la Cautiva.
-Poema de la Torre de la Cautiva.
Esta obra ha venido a engalanar la Alhambra;
es morada para los pacíficos y los guerreros;
Calahorra que contiene un palacio
¡Di que es una fortaleza y a la vez mansión para la alegría!
Es un palacio en el cual el esplendor está repartido
entre su techo, su suelo y sus cuatro paredes;
en el estuco y en los azulejos hay maravillas,
pero las labradas maderas de sus techos son aún más extraordinarias.
2.2. Ibn al-Jatib:
Nació en el seno de una familia pudiente yemedí y en Granada desempeñó destacables funciones políticas como la de jefe de la Secretaría Real, ministro y mandatario militar, primero en la corte nazarí de Yusuf I y posteriormente durante el mandato de su hijo Muhammad V, con quien tuvo una estrecha relación. Con este sultán también ejerció como historiador y visir tras la muerte del visir Ibn al-Yayyab. Los únicos poemas conservados y auténticamente clasificados como suyos en la Alhambra son dos, situados en el Arco de entrada al Salón de Comares.
-Poema del Arco de entrada al Salón de Comares.
Las tres franjas de caligrafía que bordean el exterior de cada una de las tacas son la obra preservada de Ibn al-Jatib. Los dos poemas hacen hablar a las tacas en primera persona del femenino. Esta personificación es un recurso muy común en este tipo de literatura, y aparece tanto en este autor como en su discípulo Ibn Zamrak. dirigiéndose al espectador para vanagloriarse de la superioridad estética y del rango del lugar con estas imágenes: la corona, las joyas y la metáfora astral, más el tejido y el sillón nupcial, signos todos de la luminosidad, elevación y dicha. Después se alude al agua de las tacas, que las convierte en signo de pureza y dadivosidad; posteriormente se mencionan los atributos de luminosidad (luna llena, sol) del monarca Yusuf I, que triunfa sobre las tinieblas, y se apela a su permanencia. En el poema de la taca derecha se compara también el nicho con el mihrab y el jarrón con el orante que reza en su alquibla.
TACA DERECHA
Con mis alhajas y mi corona a las más bellas aventajo,
y hasta mí descienden los astros del zodiaco.
El jarrón de agua parece en mí un devoto
de pie ante la alquibla del mihrab orando.
Mi generosidad en todo momento
sacia la sed y atiende al necesitado.
Es como si yo siguiera las huellas de la dadivosidad
proveniente de la mano de mi señor Yusuf I
Luna llena permanezca él brillando en mi cielo,
como en las tinieblas resplandece el plenilunio.
TACA IZQUIERDA
Los dedos de mi artífice mi tejido bordaron
después de engarzar las joyas de mi corona.
A un trono nupcial me asemejo, incluso lo supero,
y a los novios la felicidad aseguro.
Quien a mí viene quejándose de sed,
mi fuente le da agua dulce, clara y sin mezcla.
Soy como cuando aparece el arco iris
con el sol de nuestro señor Yusuf I.
Que siga siendo lugar de reunión protegido
mientras la casa de Dios reúna peregrinos.
Cúpula (la bóveda celeste del poema)
Por mí, día y noche, te saludan
bocas de deseos, ventura, felicidad y amabilidad.
Ella es la Suprema Cúpula y nosotros sus hijas,
aunque el favor y la gloria en mi clase me distinguen,
al ser, sin duda, el corazón y ellas los miembros,
pues en el corazón la potencia del espíritu y del alma reside.
Si mis hermanas son constelaciones en el cielo de la Cúpula
en mí, y no en ellas, recae el honor de tener el sol.
Mi señor Yusuf, por Dios sustentado, me vistió
con ropas de dignidad e indudable distinción.
2.3. Ibn Zamrak:
Procedente de una familia pobre originaria del Levante de la Península, huyó durante la conquista cristiana para residir en el único núcleo más seguro: Granada. A pesar de su paupérrima situación, recibió una esmerada educación, y tuvo como profesor a Ibn al-Jatib, quien lo introdujo en la administración granadina. Ibn Zamrak es considerado como el más brillante de los poetas de la Alhambra, y quedan bastantes ejemplos de su obra.
-Poema de la Puerta del Mexuar:
En el friso de madera que se encuentra bajo el alero de esta puerta aparece inscrito un poema de 3 versos. Al igual que muchos otros de la Alhambra, es un fiel reflejo de los ideales áulicos de los monarcas nazaríes: el palacio, maravillosa obra arquitectónica de Muhammad V, representante de Dios en la tierra es sede de la monarquía que abre su puerta como símbolo de victoria.
¡Oh sublime podio de la realeza que tan maravillosa forma posees!
Abierto fuiste a la clara victoria y a la buena obra o acción.
Monumento es del imán Muhammad, la sombra de Dios sobre todos cernida.
-Poema de la Taza de los Leones:
La fuente central del patio, formada por doce leones en pie y dispuestos de forma discoidal, pertenece a un palacio del siglo XI, probablemente al del visir judío Samuel ibn Nagrella. Sin embargo la taza de la fuente fue mandada labrar por Muhammad V. Este sultán encargó también la que se encuentra en la Sala de los Abencerrajes. Al parecer, Muhammad fue precavido y dedicó dos tazas caligráficas por si una de ellas se malograba durante su realización. En todo caso, la taza de la fuente está decorada con una inscripción formada por doce versos, la mitad de una casida. En el poema se describe el mecanismo de abastecimiento y desagüe de la fuente, así como el significado de la misma: la taza de la fuente, que es el centro de la misma, se compara con el sultán, que es el centro de la organización del estado, de manera que el agua es semejante a la generosidad del sultán, que al igual que el agua se derrama sobre los guerreros leales, representados por los leones agazapados. Asimismo interesa en el poema la consideración estética que tiene el agua, ya que queda incorporada al efecto plástico del conjunto.
Detalle de la taza. En el borde se sitúa la inscripción
Bendito sea Aquél que otorgó al iman Mohamed
las bellas ideas para engalanar sus mansiones.
Pues, ¿acaso no hay en este jardín maravillas
que Dios ha hecho incomparables en su hermosura,
y una escultura de perlas de transparente claridad,
cuyos bordes se decoran con orla de aljófar?
Plata fundida corre entre las perlas,
a las que semeja belleza alba y pura.
En apariencia, agua y mármol parecen confundirse,
sin que sepamos cuál de ambos se desliza.
¿No ves cómo el agua se derrama en la taza,
pero sus caños la esconden enseguida?
Es un amante cuyos párpados rebosan de lágrimas,
lágrimas que esconde por miedo a un delator.
¿No es, en realidad, cual blanca nube
que vierte en los leones sus acequias
y parece la mano del califa, que, de mañana,
prodiga a los leones de la guerra sus favores?
Quien contempla los leones en actitud amenazante,
(sabe que) sólo el respeto (al Emir) contiene su enojo.
¡Oh descendiente de los Ansares, y no por línea indirecta,
herencia de nobleza, que a los fatuos desestima:
Que la paz de Dios sea contigo y pervivas incólume
renovando tus festines y afligiendo a tus enemigos!
-Poema de la Fachada de Comares.
En el tercer verso la puerta, en expresión metafórica, dice estar esperando al que se identifica con la luz del amanecer que acaba con la oscuridad, el soberano. El último verso es una clara alusión a la perfección de la creación divina y establece un paralelismo entre el Profeta y el monarca que habita el palacio.
Mi posición es una corona, mi puerta la frente: en mí al Occidente envidia el Oriente.
Muhammad V me ha encomendado que con premura abra a la victoria que llama
pues aguardando estoy a que él aparezca como el horizonte a la mañana revela.
¡Hizo Dios tan buena su obra como buenos son su carácter y su figura!
Cúpula de mocárabes sobre tambor octogonal de la Sala
El más extenso de todos los textos poéticos de la Alhambra se encuentra en esta la Sala de Las Dos Hermanas, inscrito por encima del zócalo. Consta de 24 versos que se van sucediendo a lo largo del muro, empezando por la derecha de la puerta que comunica la estancia con el Patio de los Leones, entrando por éste. La sala, que es cuadrada, tiene cuatro puertas, una en el centro de cada muro. Quedan, para la inscripción, los cuatro ángulos, o sea, ocho trozos de pared perfectamente iguales. Cada trozo de pared alberga tres versos, de los cuales el primero y el tercero van inscritos en un medallón, mientras el del centro lo está en una cartela rectangular. Casi todos los versos del poema pertenecen a la casida de 146 versos de Ibn Zamrak que fue recitada durante la circuncisión del emir Abd Allah, hijo de Muhammad V, de la que se extrajo, además, la mitad del poema de la Fuente de los Leones, con el que comparte metro y rima.
Jardín yo soy que la belleza adorna:
Sabrás mi ser si mi hermosura miras.
Por Muhammad, mi rey, a par me pongo
de lo más noble que será o ha sido.
Obra sublime, la Fortuna quiere
que a todo monumento sobrepase.
¡Cuánto recreo aquí para los ojos!
Sus anhelos el noble aquí renueva.
Las Pléyades le sirven de amuleto;
la brisa le defiende con su magia.
Sin par luce una cúpula brillante,
de hermosuras patentes y escondidas.
Rendido le da Géminis la mano;
viene con ella a conversar la luna.
Incrustarse los astros allí quieren,
sin más girar en la celeste rueda,
y en ambos patios aguardar sumisos,
y servirle a porfía como esclavas.
No es maravilla que los astros yerren
y el señalado límite traspasen,
para servir a mi señor dispuestos,
que quien sirve al glorioso gloria alcanza.
El pórtico es tan bello, que el palacio
con la celeste bóveda compite.
Con tan bello tisú lo aderezaste,
que olvido pones del telar del Yemen.
¡Cuántos arcos se elevan en su cima,
sobre columnas por la luz ornadas,
como esferas celestes que
voltean sobre el pilar luciente de la aurora!
Las columnas en todo son tan bellas,
que en lenguas corredoras anda su fama:
lanza el mármol su clara luz, que invade
la negra esquina que tiznó la sombra;
irisan sus reflejos, y dirías son,
a pesar de su tamaño, perlas.
Jamás vimos alcázar más excelso,
de contornos más claros y espaciosos.
Jamás vimos jardín más floreciente,
de cosecha más dulce y más aroma.
Por permisión del juez de la hermosura
paga, doble, el impuesto en dos monedas,
pues si, al alba, del céfiro en las manos
deja dracmas de luz, que bastarían,
tira luego en lo espeso, entre los troncos,
doblas de oro de sol, que lo engalanan.
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