viernes, 22 de mayo de 2015

Análisis iconográfico y estilístico de la Portada Real de Nuestra Señora de Chartres

PUERTA CENTRAL.



El tímpano central muestra a Cristo Pantocrátor, coronado por el nimbo crucífero característico suyo, y enmarcado por una mandorla. Se encuentra bendiciendo con la mano derecha y sosteniendo el Libro de la Vida con la izquierda. En su figura se hace patente el naturalismo idealizado, la primera característica de la escultura gótica que se va a tratar. Se intenta superar la realidad embelleciéndola, así que, por ejemplo, se representan los pliegues de su túnica de una forma creíble, no geométrica ni estática. En definitiva, todas las figuras del gótico van a estar cada vez más dotadas de volumen. Esta volumetría realza el aspecto naturalista y aleja a la escultura de la planitud de la plástica románica. 






Regresando a la iconografía, Cristo está rodeado por el tetramorfos, que se representa en su forma animalística: San Juan con el águila, San Mateo con las alas de ángel, San Lucas con el toro y San Marcos con el león. 


En el dintel de la parte inferior se simbolizarían los apóstoles, al estilo de los prototipos románicos de Borgoña. Se disponen en grupos de tres y parecen flanqueados por Enoc y Elías, profetas que deben regresar al final de los tiempos. 


Por último, en las arquivoltas aparecerían ángeles y los Veinticuatro Ancianos del Apocalipsis.

 

Debajo, las jambas se caracterizan por estar decoradas con figuras que se adaptan al fuste de la columna. Se tratan de estatuas-columna, muy propias del período gótico. Estas conllevan a un forzado alargamiento del canon de los cuerpos, lo que resta naturalidad al conjunto. Una vez el gótico evolucione, las proporciones de las esculturas insertadas en estos fustes serán mucho más equilibradas. Los personajes representados son reyes y reinas del Antiguo Testamento. Llevan una aureola, explicando así que Dios está a favor de la Monarquía, y también algunos portan coronas. 
Las jambas están rematadas por capiteles muy ricos en cuanto a su ornamentación, que además son historiados debido a la herencia románica. Están esculpidos en la piedra de forma que recrean espacios arquitectónicos en miniatura donde suceden todos los acontecimientos. Aparecen simbolizando la Vida de Jesús en mayor medida, y en menor medida la de su madre. 


En concreto, el capitel mostrado explica las tentaciones de Cristo, donde una figurilla grotesca se dirige hacia el Salvador de forma cautivadora a la par que amenazante.

PUERTA DERECHA.


La puerta de la derecha es la más rica iconográficamente de todo el Pórtico Real. 


En su tímpano representa a la Virgen con el Niño, entronizada y flanqueada por dos posibles arcángeles. Tanto la madre como el hijo miran al frente, en vez de interactuar entre ellos, y estas características, sumadas al hieratismo, hacen que las esculturas recuerden todavía al románico. En los dos registros, situados en la parte inferior y sostenidos por dinteles, se muestran escenas de la Infancia de Cristo según el Evangelio de San Lucas.



De este modo, el registro inferior debe leerse de forma cronológica, es decir, de izquierda a derecha. Así, en primer lugar, aparece el episodio de la Anunciación, con el Arcángel Gabriel advirtiendo a María de que va a quedarse embarazada por mandato divino. Llama la atención el detallismo que presentan estas pequeñas figuras, pues, por ejemplo, en el arcángel pueden distinguirse las plumas incrustadas en las alas, y también el iris de sus ojos. 




Seguido a esta escena se muestra la Visitación por parte de la Virgen María a su prima Isabel, que también estaba embarazada, en este caso, de San Juan Bautista. Se coloca a la izquierda y es fácil distinguir la figura de María por la corona y el nimbo que lleva en la cabeza; atributos distintivos de la divinidad que también aparecen en las demás figuraciones de la Virgen presentes en esta portada. 


La corona, de hecho, ya se enseñó en la Virgen del tímpano.  


En el centro, se muestra el episodio de la Natividad. Aparece María recostada, con una mano sobre el vientre, descansando del parto. Mientras, a su izquierda está su marido José cuidando de ella. 


La figura del Niño se sitúa en la parte superior de la estructura arquitectónica, envuelto por mantas encima de un pesebre. Sin embargo, su cabeza parece haberse perdido, por lo que pasa bastante desapercibido.


Por último, a la derecha de esta escena se explica la Anunciación a los pastores; escena presidida por el Arcángel Gabriel, que se gira (aunque su cabeza también se ha perdido) hacia los pastores para advertirles de que el Salvador ha nacido. Su figura se torna en posición de avance hasta el episodio de la Natividad. 



Es fácil identificar a los pastores por el cayado de uno ellos así como al rebaño de ovejas que está a su lado, representado con gran naturalismo, pues la lana de los animales se hace patente mediante pequeñas incisiones curvilíneas. 




Por otro lado, en el registro superior se simboliza la presentación de Jesús en el Templo de Jerusalén. En el centro, una pareja de personajes alzan a Jesús sobre un podio. No es sencillo identificar al varón de la izquierda, pudiendo ser Simeón, sacerdote del templo, que según el evangelio fue quien levantó a Cristo para consagrarlo a Dios. Al otro lado aparecería María acompañada de José. No obstante, también cabe la teoría de que sean los mismos padres de Jesús quienes se ocupan de sostenerlo y enseñarlo a los oferentes de los laterales. 

Ya en las arquivoltas se muestran numerosas figuras que ya no enlazan con el cristianismo, sino con el Arte y los exponentes trascendentales de la Filosofía. Se trata de la iconografía más interesante y compleja de todo el conjunto del Pórtico Real, testimonio de la vinculación directa del Maestro Thierry a los fuertes aprendizajes universitarios de los que estaba dotado. Es una manera también de fomentar la importancia del conocimiento, aparte de la religión, para obtener una cierta libertad y enriquecimiento espiritual.

                                                ''Hortus deliciarum''. de Herrada de Landsberg

Así, se muestran las personificaciones de las Siete Artes Liberales, según la visión de Herrada de Landsberg, abadesa de Hohenburg y autora de la enciclopedia ''Hortus deliciarum'' (español: ‘’Jardín de las Delicias’’), donde representó a las Artes Liberales con unos atributos específicos que servirán para forjar su iconografía en Chartres. 

De este modo, en primer lugar se explicará el Trivium, es decir, las artes de la palabra, grupo formado por tres mujeres que representan la Gramática, la Retórica y la Dialéctica. 


La Gramática sostiene un libro, simbolizando la escritura y la lectura, pero también agarra un haz de espigas, símbolo del nacimiento de la vida, en este caso, del conocimiento, pues la Gramática es el arte que inicia a los siguientes que se irán explicando. Vinculada la Gramática a la educación, aparecen alumnos en la parte inferior leyendo libros. 


Siguiendo un orden, ahora se expondrá a la Retórica; mujer que sostiene unas tablillas sobre las que escribe con un punzón (elementos muy desgastados). 

 



La Dialéctica, de las figurillas mejor conservadas, sostiene un báculo y también una criatura quimérica, con cabeza de perro y cuerpo serpentiforme. La abadesa no incluye en su obra ninguna criatura así, aunque la Dialéctica sí que tiene la cabeza de un perro, pero formando parte de su propio brazo. En este caso, sujeta al animal con uno de sus brazos, sin estar unida la criatura a él. 

''Dialéctica''. de Herrada de Landsberg

En Chartres se combinó la iconografía más común de la Dialéctica, la cual determinaba que uno de sus brazos estaba rematado por una serpiente, con la nueva interpretación de Herrada, que hablaba de un perro en vez de una serpiente. En esta ocasión el perro simboliza la protección y la agresividad; cualidades necesarias en cualquier debate. 

Por otro lado, el Quadrivium, comprendido por las artes exactas y del cálculo, estaba formado por la Aritmética, la Geometría, la Astronomía y la Música. 


La Aritmética sostendría un ábaco, el cual posiblemente agarra con una mano aprentándolo contra su torso.


Mientras, la Geometría tiene como atributo la regla, y tal vez su mano derecha sostuviera un compás que no se ha conservado. 


La Astronomía, muy fiel a la iconografía establecida por la abadesa, se encuentra en una posición donde alza la mano señalando al firmamento. Sujeta un elemento desgastado que se trataría de un cubitalem; aparato que se utilizaba para medir la orientación de los astros. 

 

Finalmente, la última de las Artes Liberales, es decir, la Música, posee una amplia gama de instrumentos musicales alrededor suyo, como el organistrum, propio de la época medieval, la lira y la cítara, la cual sostiene en su regazo. Además, se añaden en este caso unas campanas que la mujer golpea con un martillo. 

Aristóteles

No obstante, todas estas figuras aparecen conjuntadas a otras de personajes vinculados a la Filosofía, que serían los padres fundadores de estas artes.

Finalmente, en las arquivoltas también aparecen otras esculturas relacionadas con los ángeles y símbolos paganos. Existen por tanto un par de figuraciones del Zodiaco. Esto fue así debido a que en la puerta izquierda, donde se sitúan de forma auténtica los demás signos zodiacales, no hubo espacio para albergar estos dos. 


Se puede describir a Géminis como un par de hermanos que aparecen protegidos por un escudo. 


Mientras, Piscis se representa como un gran pez que recorre un riachuelo atravesando el bosque. Sus aguas son figuradas con gran naturalismo y dan la sensación del movimiento provocado por el desenfrenado cauce del río.



Para finalizar con la puerta derecha, destacar que las jambas están ornamentadas con personajes monárquicos, como en la anterior puerta. 


Los capiteles siguen narrando la Historia de Cristo, y en este caso se simboliza una versión reducida de la Última Cena, con Jesús presidiendo la mesa, mientras que uno de sus discípulos le da la espalda, seguramente tratándose este de Judas Iscariote por su actitud huidiza.

PUERTA IZQUIERDA.


Ya para terminar con la Portada Real, el tímpano de la izquierda enseña a Cristo posado encima de una nube, la cual se esparce en un movimiento ascendente debido a la subida del Salvador, otorgando así una sensación de vaporosidad en la misma. Jesús está flanqueado por dos posibles arcángeles. Pero esta imagen tiene un significado que desemboca en dos vertientes distintas. Una primera interpretación identifica esta escena como la Ascensión de Cristo, y en consecuencia estaría acompañado por el Arcángel Gabriel, mensajero de Dios en la Anunciación a María, y por el Arcángel Miguel; aquel que se encarga de llevar las almas a su destino, el Cielo. Sin embargo, en vez de tratarse de la Ascensión , recientemente cabe la posibilidad de que se esté representado la Creación, con lo que podría establecerse un vínculo más estrecho con las figuras de las arquivoltas que representan los signos zodiacales y las labores de los distintos meses asociados con ellos; escenas que se explicarán más adelante.


En cualquier caso, debajo del Cristo del tímpano, dos registros se crean nuevamente mediante dinteles. En el inferior aparecen diez figuras sentadas, originalmente doce, pues se trata del Apostolado. Pero dos de ellas tuvieron que suprimirse durante una remodelación. Entretanto, en el registro superior se muestran los arcángeles más comunes, que son Gabriel, Rafael, Miguel y Uriel.

Lo destacable de esta puerta izquierda son nuevamente las arquivoltas, que también presentan una profusa decoración dedicada a los Signos del Zodiaco, como se explicó antes, así como a los meses del año, simbolizados normalmente mediante tareas agrícolas, como era frecuente. Ambos temas profanos tienen como precedentes la citada Abadía de Saint-Denis, pero el trabajo se centrará en presentar los ejemplos de Chartres. Los signos presentes en esta puerta sí están ordenados según la Rueda del Zodiaco. Por ejemplo, en uno de los arcos de las arquivoltas del lateral siniestro aparecen Aries y Tauro. Debajo de ellos, intercalándose, se muestran los meses correspondientes a estos dos signos: abril y mayo. 


De este modo, se puede explicar la figura de Aries, formada por un carnero de espesa lana que se encuadra dentro de un pequeño paisaje formado por árboles. 



Y debajo de Aries, signo regente, se representa a abril mediante la alegoría encarnada por un hombre coronado por flores, el cual alza con ambas manos sendos arbustos florecidos, en señal de la fecundidad de la tierra y de que la recolecta de los primeros frutos ya puede ser realizada. 


Otro ejemplo es el de Tauro, figurado como un toro que ladea el cuello también en medio de una arboleda. 


Lo más interesante es su mes asociado, mayo, pues este no trata de recrear una tarea agrícola. Es uno de los meses elegidos para ilustrar un hecho social: el del caballero que practica la cetrería como actividad que le permite mantener los músculos tonificados en los períodos en los que no se batalla. Así, el campus Madii, es decir, el caballero habitualmente acompañado de su halcón durante este mes, es la iconografía más característica de mayo. 




Las jambas, para finalizar, otra vez no tienen ninguna novedad temática, aunque los capiteles historiados en este caso explican la vida mariana. La escena elegida como ejemplo narra los Pretendientes de la Virgen. Se trata de una imagen donde se puede apreciar a la perfección la laboriosidad de la talla en busca de la recreación de un espacio arquitectónico realista y voluminoso. Se reconoce el personaje de José gracias al cayado rematado por una flor, atributo suyo, ya que este bastón florecido lo convertía en el marido perfecto para la particular joven. También esta flor es una alegoría al triunfo frente a los demás de pretendientes de María, los cuales son rechazados y puede verse como algunos abandonan la escena. 

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