sábado, 6 de junio de 2015

La metalistería en el Islam

Introducción: 

Los objetos de metales preciosos debieron ser entre los árabes preislámicos, las más valiosas de sus posesiones, ya que el propio Corán se preocupó de prohibir su uso en las vajillas; así es natural que los omeyas usasen recipientes, lámparas y armas de origen cristiano o sasánida, especialmente de bronce, que nada delatarían la identidad de sus posesores hasta que poco a poco se les fueran añadiendo letreros cúficos o figuraciones características. Al poco se ve cómo se despliega una intensa actividad en la artesanía musulmana dedicada a la metalistería; de ella se conservan producciones de oro y plata, aunque, como era de esperar, el muestreo arqueológico es bastante escaso. La mayoría de los ejemplares conservados son de bronce, cuyo precio y conservación son más equilibrados y no faltan los fabricados con otras aleaciones, especialmente las imitaciones del oro; muy poco se sabe de la producción de objetos de hierro o cobre sin tratar, dada su difícil conservación. Estos metales recibieron profusa decoración, alcanzada por medios diversos y que en general denominamos damasquinados, entre cuyos expedientes se contaban los esgrafiados, pavonados, dorados, plateados, incrustaciones diversas etc. Destacan los elementos relacionados con la iluminación, para contener aceite y mechas, tales como candiles, pies de candelabros simples o múltiples, faroles etc. También los que destinaron al agua, como fueron aguamaniles, barreños, morteros y jarros: las lujosas armas de parada, las campanillas, y finalmente, los animales de metal que sirvieron como bocas de fuentes, entre los que destacan los ciervos de Medina Azahara, por citar unos excelentes ejemplos de surtidores de fuente. 

Con el propósito de encuadrarlas, se dividirán las diez obras a exponer en dos grandes periodos: el temprano (640-900) y el medieval (900-1517). Como obras tempranas se destacarán únicamente dos, debido a que la mayor parte de la producción de metalistería de esta época se perdió, mientras que de época medieval se citarán ocho, ya que se conservó mejor. No obstante, todas se explicarán de forma pormenorizada más adelante.   

  
El periodo temprano (640-900).  


Este periodo abarcaría desde los cuatro califas ortodoxos, sucesores de Mahoma, pasando por la dinastía omeya hasta la dinastía abasí. No obstante, la etapa omeya de Damasco será la que fije el eje central del comentario de estas obras.  
  
ÉPOCA OMEYA:  

-Incensario (siglo VIII).   

En los primeros siglos, los musulmanes conquistaron una serie de territorios extensos poblados por judíos y cristianos. Estos tenían permitido vivir en esas tierras de manera pacífica y practicando sus propias religiones siempre y cuando pagaran unos impuestos a las autoridades musulmanas.   
Es por esto que el incensario tiene representaciones bastante primitivas sobre la Anunciación, el nacimiento de Cristo y el bautismo, la crucifixión y la tumba de Cristo, perteneciente a un grupo que se sitúa por la zona de Siria y Palestina. Esto se puede confirmar gracias a una inscripción en cúfico temprano que puede traducirse de esta manera: “En el nombre de Allah (Dios), hecho por Yaqub, hijo de Ishaq de Damasco”. 


La Natividad

En esta primera imagen se puede deducir que se representa la Natividad con la Virgen y el Niño. 


Cristo en la cruz

La primera sería la Crucifixión, según la Déesis, con la Virgen al lado izquierdo y San Juan Bautista al derecho. 


Cristo en el sepulcro

La segunda imagen podría ser Cristo resucitando del sepulcro ya que en su centro se encuentra una posible figura arquitectónica. 



Virgen con el Niño

Y finalmente, en la última imagen se puede ver la tapa del incensario donde se representa a la Virgen con el Niño. El objeto es de bronce fundido y, seguramente, con un utensilio fino grabaron en el bronce las letras cúficas y el resto fue realizado mediante la técnica del repujado. Las cadenas que posee son añadidos posteriores.  

-Aguamanil de Marwan II (siglo VIII).  


Este aguamanil de panza globular y base circular, tiene un cuello cilíndrico terminado en un manguito calado, y presenta un pico vertedor en forma de gallo en actitud nerviosa y recreado con gran realismo. El asa tubular, decorada con motivos florales y filas de perlas, se sujeta a la altura del labio de la pieza formando un cayado y a la altura de la panza mediante un ancho motivo vegetal en relieve. 


El cuello cilíndrico está decorado con motivos florales, y finalmente, la panza se ornamenta con de arcos que descansan sobre columnas y que en su centro albergan la figura de un círculo que desprende múltiples rayos.   

Los aguamaniles de los siglos VIII-IX, independientemente de cual sea su material, tienen en común el asa alta y paralela al cuello, sujeta a la altura del labio del objeto y a la panza. Al parecer, la forma de la panza globular y del cuello tubular procedería de los modelos romano-bizantinos (sobre todo de las botellas de vidrio). El pico vertedor, por otro lado, recuerda toda una serie de objetos zoomorfos en bronce que eran elaborados muy comúnmente en el Período Temprano del arte islámico. Se sabe que su procedencia es omeya porque se halló un cementerio con el nombre del último califa de la dinastía omeya en Damasco, Marwan II, a quien se consagra el aguamanil que se ha expuesto, y que murió en Egipto en el 750 tras ser asesinado por los abasíes.   

  
El periodo medieval (900-1517).   


El medievo en el arte islámico es sumamente denso, abarcando no sólo una gran cantidad de siglos, sino sobre todo una gran diversidad de territorios, donde se incluyen califatos, reinos y dinastías que caen para ser luego reemplazadas. Por ello, lo que se hará será escindir en dos grandes partes la producción artística, tocando primero la realizada en el área hispanomusulmana, y finalmente, de forma muy breve, aquella nacida en la zona oriental. En la metalistería medieval, la cual llegó de manera abundante a la contemporaneidad, se expondrá un total de ocho piezas, englobándose seis dentro del arte andalusí y dos dentro del arte ubicado en Asia.   
  
Área hispanomusulmana:  

Comenzando entonces con las seis obras pertenecientes a la zona andalusí, cabe destacar que son producidas en un área geográfica que comprende el territorio de Al-Ándalus, es decir, una región que ocupa casi toda la extensión de la Península Ibérica, a excepción del Reino de Asturias. Y de hecho, desde este reino se iniciará la Reconquista, llevada a cabo por los cristianos para recuperar los dominios que en esta época eran musulmanes, lo que permitirá que se den varias fases en la España islámica, de las cuales se tocarán en este trabajo el Califato omeya de Córdoba, el periodo de los Reinos de Taifas y, finalmente, la época nazarí. Grosso modo, el área hispanomusulmana, por tanto, comprende desde el siglo VIII hasta el 1492, cuando la ciudad de Granada es tomada por el poder cristiano y finaliza el reino nazarí.   
  
CALIFATO OMEYA DE CÓRDOBA:  

-Arqueta de Hisham II (976).  



La Arqueta de Hisham II es una caja de madera con tapa en forma (interior) de bóveda. El alma de madera se reviste de plata repujada y nielada, es por ello que tiene ese acabado ennegrecido (debido al esmalte de plata y plomo fundidos con azufre).  
Está formada por una base rectangular, cuatro rectángulos verticales, cuatro trapecios inclinados y un rectángulo horizontal en el que se sujeta el asa. En la unión entre la caja y la tapa, encontramos una inscripción donde se solicita la bendición de Dios y prosperidad para Hisham II y la decoración de la arqueta es de tipo vegetal, concretamente con roleos de palmas dobles ahorquilladas y rosas. En la charnela (que es la bisagra que hace de cierre) está grabada la inscripción: obra de Badr y Tarif, sus siervos.  

-Ciervo de Córdoba (siglo X).   



Esta escultura zoomorfa es uno de los objetos recuperados del palacio de Medina Azahara, construido por Abderramán III y su hijo Al-Hakam II. Se trata de un surtidor de fuente fabricado en bronce. Este tipo de piezas eran muy habituales en los talleres de metalistería de Medina Azahara, y a pesar de que la mayor parte de estas esculturas se perdió, es posible que el Ciervo de Córdoba estuviera acompañado de otras figuras, o bien de cérvidos, o bien de otros animales, dispuestas todas formando un círculo, como se puede ver, por ejemplo, en la fuente del Patio de los Leones de la Alhambra. 



El ciervo, representado de forma muy esquemática, tiene todo el pelaje decorado con hojas enmarcadas, y un gran rosetón se erige en su pecho. Algunos bronces similares a este ciervo se asocian al taller de Medina Azahara, aunque no con una total seguridad, como por ejemplo el Grifo de Pisa, con una ornamentación mucho más profusa y compleja, sin embargo, pero que se dataría en unas fechas similares.   
  
ÉPOCA DE LOS REINOS DE TAIFAS:  
  
-Grifo de Pisa (siglo XI).  


Esta enigmática escultura realizada en bronce, que probablemente adornara una fuente, se ha atribuido indistintamente a Egipto, a Al-Ándalus, a Sicilia y a Irán. Se desconoce cómo llegó a lo alto de la Catedral de Pisa y por lo tanto es una pieza muy misteriosa.  Se sabe que fue instalado en ese lugar a finales del siglo XI o principios del siglo XII y continuó en ese lugar hasta el 1828.   

El lugar de la pieza es investigado en un artículo científico publicado por J.J. Marcel, donde barajan dos posibilidades:  
-Según una leyenda, los ejércitos locales la tomaron como botín tras la conquista de las islas Baleares.   
-Otra leyenda pisana narrada afirma que el grifo se encontró milagrosamente al cavar los cimientos de la Catedral de Pisa.  

Las características más destacables del grifo son su tamaño monumental y su hieratismo, los volúmenes redondeados de su cuerpo, alas y patas, y la decoración incisa que cubre casi toda la superficie. 



Esta decoración se divide en varias zonas claramente diferenciadas; y así, mientras en algunas zonas hay escamas, en otras aparecen motivos de plumas y las hay con una ornamentación a modo de tapiz. Cenefas con inscripciones cúficas bordean el área decorativa. 



Las patas de la bestia acaban en su parte superior en forma de lágrima, que contienen animales, tanto fantásticos como reales, rodeados por motivos vegetales.  

-Esenciero (1044-1103).   



Este esenciero de época de los reinos de taifas fue encargado por Muayyid al-Dawla, miembro de una familia bereber emplazada en Al-Ándalus tras la conquista. Tanto este hombre como su padre decidieron imitar a la corte cordobesa nada más establecerse allí, instruyéndose en el ámbito cultural y encargando obras como esta a los talleres de Toledo. A pesar de la sencillez del uso del objeto, que servía para contener perfume, deben destacarse sus cualidades materiales, ya que está fabricado en plata, con baño de oro y nielado, y sus cualidades ornamentales. Dispone en círculo las múltiples hojas de vid, entrelazadas unas con otras, y coloreadas, algunas de negro y otras aprovechando la tonalidad de la plata del fondo, creando un contraste tonal sin precedentes. 



Es curiosa la figuración en el centro de la flor de lis, un símbolo occidental e incluso cristiano por antonomasia, que sería adoptado en este esenciero. 



También aparecen cerca del cuello dos gacelas, así como una inscripción que rodea el conjunto, en donde se explica que el esenciero ha sido encargado como regalo para la esposa de Muayyid, a la que también se bendice. 



Finalmente, del mismo modo habría que destacar las figuras zoomorfas que coronan las asas del objeto, y que se asemejan a carneros, porque en sus cuernos se engarzan unas cadenas que llegan directamente al esenciero. El hecho de que el objeto sea tan caro tanto en su material como en su manufactura permite hacer patente la riqueza de la Taifa de Albarracín pese a su difícil situación política.  
  
ÉPOCA DEL REINO NAZARÍ DE GRANADA:  

-Acetre (siglo XIV).  



Este acetre es de bronce dorado y nielado. Actualmente se encuentra en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid. Tiene forma tronco-elíptica vertical. Base plana, paredes abiertas y borde ligeramente regruesado en el que se emplazan dos asideros remachados desde donde arranca el asa. El asa muestra sus típicos extremos vueltos hacia arriba y, en su centro, un estrechamiento forma un lazo en donde se emplaza la anilla. Toda la superficie externa del acetre está decorada con la técnica del nielado y recubiertos los fondos con oro. 



El motivo central ocupa prácticamente todo el cuerpo, enmarcado por dos estrechas bandas con decoración vegetal muy estilizada, formada por guirnaldas de hojas sobre el fondo dorado. En la faja central se desarrollan dos grandes cartelas con decoración epigráfica, separadas  por dos círculos rellenos con el motivo de la estrella de seis puntas. Las cartelas principales desarrollan una misma frase partida en dos, de la siguiente forma: la felicidad y la prosperidad, la bendición; y el cumplimiento de los deseos. Remata la decoración del acetre una estrecha faja  epigráfica  en el borde con el conocido emblema de la dinastía nazarí: la prosperidad continuada. La parte exterior del asa presenta el motivo decorativo de las dos serpientes con las cabezas entrelazadas. Su forma no tiene relación con sus precedentes andalusíes, los cuales se caracterizaban por ser unos acetres más cilíndricos y de base ancha. Finalmente, aunque el tratamiento decorativo muestra  una evidente influencia salyuqi sobre todo por el motivo vegetal, reproduce el conocido emblema nazarí, y por lo tanto, se piensa que es un objeto realizado en los talleres reales.  

-Espada jineta de Boabdil (siglo XV).  



Esta espada jineta, cuyo poseedor era el rey de Granada, Muhammad XII (más conocido como Boabdil), fue requisada a este rey como botín de guerra por parte de los cristianos durante la batalla de Lucena (1483).  Las espadas jinetas tenían un uso militar vinculado a la caballería, pero finalmente se escinden de este mundo para formar parte de los objetos representativos que porta el rey nazarí.  
Estas espadas, por dicho motivo, eran ornamentadas de forma muy rica y con materiales caros. Así lo demuestra la espada de Boabdil, fabricada su empuñadura en plata dorada, con el puño de marfil. 



Está, además, magníficamente decorada con esmalte cloisonné de diversos colores y con filigrana dorada. Entre su decoración destacan las crucetas y las estrellas de Salomón. 



La estrella de Salomón o de ocho puntas tiene una gran importancia en el Islam, siendo representada siempre al final de cada capítulo del Corán, y está asociada a la división numérica que se hace en este libro para poder recitarlo de forma correcta. Como la estrella de ocho puntas ya era conocida y utilizada desde la época tartésica, la dinastía nazarí la asimiló como un símbolo propio de su corte en Al-Ándalus. 



Ya por otro lado, también es interesante destacar en la ornamentación las dos cabezas serpentiformes con las fauces abiertas situadas en la guarda de la empuñadora, que está bifurcada.  
  
Área oriental.  

Para finalizar con el trabajo, se tratarán dos obras que pertenecen al área oriental, una forma algo tosca de definir aquellas producciones en las que se verá reflejada la riqueza y variedad del arte islámico en zonas geográficas independientes de AlÁndalus, pero en las que, sin embargo, no se profundizará con exceso. Se tomará como ejemplo un territorio, concretamente el de Egipto, Palestina y la costa este de Arabia, que fue gobernado de seguido por dos dinastías distintas, la ayubí (1171-1260) y la mameluca (1260-1517), las cuales se caracterizaron por una imponente producción de refinada metalistería. De ella, se verán dos ejemplos particulares.  


ÉPOCA AYUBÍ:  

-Píxide (siglo XIII).   



El píxide mostrado está fabricado en latón y posee incrustaciones de plata, con la decoración simbolizada mediante la técnica del repujado. Los píxides eran recipientes que servían para contener múltiples sustancias, y en este caso, albergaría las cenizas obtenidas de la planta conocida como planta de la soda, que eran alcalinas y, por tanto, empleadas para el lavado. Este píxide, en particular, es interesante porque en él se representan escenas cristianas, algo que ya se había apreciado en algunas de las anteriores obras de metalistería citadas, como el incensario y el Baptisterio de San Luis.   

Así, mediante la colocación de múltiples motivos vegetales, se hace patente el horror vacui típico del arte islámico. Y también mediante dichos motivos se representan diversas escenas pertenecientes a la vida de Cristo, enmarcadas en  medallones lobulados. Son de rasgos muy esquemáticos, de tal manera que únicamente se muestra lo necesario para reconocerlas, sin esmerarse en los detalles. Sin embargo, si hay una mayor preocupación por estos detalles que en el incensario omeya que anteriormente se presentó, fruto de la evolución del estilo. 



En uno de los medallones se simboliza la entrada de Cristo a Jerusalén sobre un asno. 

 

En otra de las figuras, esta ya más grande y también protegida por una forma sinuosa y vegetal, se representa a Cristo según la visión que tenían de su rostro algunos artistas bizantinos, quienes se habían basado en observar la Sábana de Turín para deducir que Jesús poseía una barba bifurcada, como puede verse en este píxide. Este Cristo, además, está ataviado por una cruz que sostiene en la mano y parece que un nimbo asoma tras su cabeza.



Finalmente, la escena de la tapa representa a la Virgen con el Niño.


ÉPOCA MAMELUCA:
  
-Baptisterio de San Luis (1330-40).  



Es un cuenco de latón, elaborado en la época del sultanato de los mamelucos que eran un pueblo formado por antiguos esclavos de origen turco. Se duda si procede de Siria o Egipto; se ha datado del siglo XIV y fue elaborado por el taller del metalúrgico árabe Muhammad ibn al-Zayn. El cuenco está dividido en tres registros que contienen inscripciones florales arabescas. 




En el registro central principalmente se representarán jinetes combatiendo y reyes en su trono, mientras que en el registro superior e inferior se representarán toda clase de animales terrestres como gacelas, conejos, elefantes etc. y animales acuáticos como serpientes, tortugas, cangrejos, anguilas etc. También aparecen animales fantásticos como el unicornio. Tiene incrustaciones de metales preciosos. Se desconoce quien encargó la pieza. Sin embargo, se han encontrado seis inscripciones con el nombre del autor. Primero perteneció al tesoro de la Santa-Capilla de Vicennes. Más tarde, fue utilizada como pila bautismal para los hijos de Luis XIII (decimotercero, el Justo) de Francia y finalmente, pasó a formar parte de la colección del Museo del Louvre, después de la Revolución francesa, en 1793. 

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